El Hobbit: Un viaje inesperado fue sin duda uno de los estrenos más esperados del 2012. Grandes expectativas se concibieron con 10 años de diferencia entre la multipremiada trilogía fantástica de El Señor de los Anillos y las probaditas ofrecidas por el propio director en su video blog, donde se apreciaban grandes avances en la industria de la producción cinematográfica; la promesa: algo nunca antes visto.
Antes de continuar me declaro una ferviente admiradora de Peter Jackson como director, no solo de estas películas si no de toda su filmografía y afirmo que esta última entrega mantiene ese nivel artístico e interpretativo que él ha recreado con maestría tanto en temas dramáticos como fantásticos.
Como fan de ESDLA y admiradora de Jackson, pienso que esta promesa de la que hablo no se cumplió, o las expectativas que tenía fueron muy grandes y he aquí la cuestión: el reto para Peter Jackson era rebasarse a sí mismo después de la trilogía de los Anillos.
No pude evitar hacer el símil con la publicación de libros, viendo que para Tolkien, el Señor de los Anillos fue un proyecto mucho más ambicioso que El Hobbit, el cual es una historia breve cargada de humor, tiene un tono más ligero y está dirigido al público infantil; y apenas nos permite asomarnos, al margen de la historia, como por pequeños agujeros, a un gran universo fantástico, pero sin el abrumador peso de otros libros biblicos como el Silmarillion o la historia completa de los anillos de poder.
Basándome en ello me atreví a pensar que su versión cinematográfica debía tener una situación similar, donde la “pequeña” película de El Hobbit sobresaliera por sus propios méritos y encantos, pero sobre todo por sus diferencias. Desde mi punto de vista el error de su director estuvo en poner ambas historias en la misma balanza y hacer todo lo posible para que su segundo proyecto pesara más, introduciendo en esta pequeña historia gran cantidad de información extra que aparece en la literatura de Tolkien y convertirla en trilogía. Lo cual no me parece del todo errado, un poco forzado si, pero finalmente “era ahora o nunca” que veríamos algo más de este fantástico mundo, según las propias afirmaciones de los guionistas. Sin embargo, esta versión de El Hobbit resulta tener un espíritu muy diferente al del libro.
Aquí es donde me invaden sentimientos encontrados; debo confesar que la noticia de que Guillermo del Toro dirigiría la película me llenó de emoción y felicidad, sin embargo sentí el deseo de que fuera totalmente acorde con las anteriores… finalmente me sentí aliviada cuando se supo que Jackson haría lo propio y podríamos ver un trabajo totalmente integral e igual de satisfactorio que el primero. Y así fue, no obstante lo que vi en El Hobbit: Un viaje inesperado fue a un director repetirse a sí mismo y dar una continuidad que le quita originalidad y novedad a esta entrega. Triste fue no sentir aquel asombro ante un Gandalf que aumenta su tamaño o llama a las águilas con una mariposa o escuchar los mismo temas musicales sin ninguna variación… y más triste por otro lado que el ambiente “hobbit” no brillara tanto como lo hizo en La comunidad del Anillo, justo ahora que se trataba precisamente de eso. Es entonces cuando me parece incongruente esta versión y pienso que si del Toro la hubiera dirigido, tendríamos sin duda, algo totalmente diferente y por demás satisfactorio… nunca lo sabremos, finalmente si la decisión hubiera sido nuestra, seguramente muchos preferiríamos a Jackson: continuidad sobre originalidad, malo por conocido que bueno por conocer.
Por otra parte, pero no menos contradictoria, esta el uso de los 48 cuadros por segundo. Me impresionó la nitidez de la imagen y espero ansiosamente ver a Smaug en 3D, sin embargo Un viaje inesperado no fue tan envolvente como esperaba, y la claridad y calidad de la imagen resulta contraproducente cuando los postizos de maquillaje y las criaturas digitales se ven tan a detalle. Una de las cosas que me encantaron de la trilogía de EDLA es la integración de los efectos digitales con los escenarios y personajes reales, mientras que en esta ocasión hay lugar para que los muy fijados nos distraigamos y salgamos por unos instantes de la convención. Y para colmo de males, la promesa se vuelve a romper si no vas a una sala con este tipo de proyección, por que saldrás preguntándote en qué radicaba la gran diferencia y tal vez hasta decepcionado del no tan espectacular uso del 3D.
Muchas críticas podrán también referirse a las grandes diferencias entre el libro y el guión, a mi juicio la adaptación es buena pero no coincido con la decisión de darle un tono mucho más serio y “adulto”. Y sin embargo hay atisbos, como la escena en casa de Bilbo de la canción de los platos.
Esperaremos pues la siguiente entrega, con ánimos más objetivos, a sabiendas de que el encuentro con personajes entrañables no va a decepcionarnos y los efectos especiales serán bien utilizados, con sus respectivas consecuencias, en fin que hay que esperar a ver la trilogía completa para emitir un juicio justo.
Si no la has visto, aquí dejó una pequeña sinopsis y hago énfasis en la importancia de verla en 48 cxs para no perderse de esta experiencia que verdaderamente vale la pena, pues a pesar de todas mis reflexiones es una obra cinematográfica maravillosa.
Sinopsis
Trece enanos buscan recuperar el reino que les fue arrebatado antaño por un gran dragón. Apoyados por el mago Gandalf iniciarán una aventura en compañía de Bilbo Bolsón, un apacible hobbit que nunca ha salido de la seguridad de su hogar pero que el mago recomienda como experto saqueador de tesoros. La compañía se enfrentará a terribles enemigos, pero encontrará con la ayuda de inesperados amigos. Mientras tanto un antiguo poder maligno esta manifestándose en la Tierra Media y el Anillo Único hace su aparición y eligiendo a un nuevo portador.
Dirección: Peter Jackson
País: Nueva Zelanda, Reino Unido, Estados Unidos
Año: 2012
Con: Ian McKellen (Gandalf), Martin Freeman (Bilbo), Richard Armitage (Thorin), Andy Serkis (Gollum)
Duración: 169 minutos